Las personas que desean hacer vivas ideas transformadoras, buscando independencia y dejar atrás los horarios de oficina, claman por cumplir objetivos profesionales de manera autónoma o colectiva. Se destacan por ser apasionados, creativos, workaholics y entusiastas.
Si te identificás con estas características y además tenés un proyecto en mente que querés concretar, entonces tenés ganas de convertirte en un emprendedor. Pero ¡atención!, es importante distinguir entre un emprendedor y un autoempleado/ independiente.
Tanto ser emprendedor como ser autoempleado es algo digno de admirar, ya que se necesita mucho esfuerzo y dedicación para enfrentar un mercado tan competitivo como el actual, donde la innovación es marca registrada. Sin embargo, estos dos conceptos se diferencian en algunos aspectos.
El autoempleado, trabajador independiente, profesional por cuenta propia o freelancer, es aquel que trabaja por proyectos o de forma mensual para uno o varios clientes. Entre más proyectos tiene, más ingresos podrá percibir.
Por otro lado, comúnmente, el autoempleado cumple distintas funciones dentro de su negocio: lo administra, gestiona el marketing y las ventas, contrata su personal y genera networking, además de encargarse del desarrollo en sí del proyecto o servicio que lo encamina.
Si sentís que encajás en este perfil, significa que te gusta trabajar con libertad y a tu propio ritmo. Es muy probable que seas altamente autodidacta, pero a la vez te cueste trabajo delegar responsabilidades, ya sea por ahorrar costos o por una necesidad de control absoluto en tu trabajo.
Si bien es una forma de gran mérito, hay que tener en cuenta que siempre habrá un límite de clientes y proyectos que podrás manejar a la vez. Al sobrepasarlo, corrés el riesgo de quedar mal con alguien, ya sea cliente o proveedor, o incluso poner en riesgo tu salud por el exceso de trabajo.
En lo que respecta al emprendedor, este es el que tiene un proyecto de negocio en el que puede vender un servicio o producto sin que lo desarrolle él mismo de forma directa, ya que cuenta con un equipo para trascender en el mercado. Lo que hace es gestionar acciones inestimables para que el negocio genere ganancias. Para que esto funcione, es importante encomendar responsabilidades y tareas.
Cuando uno delega un servicio o una responsabilidad, uno de los focos principales es ganar tiempo para concentrarse en actividades que obtengan rentabilidad dentro de la empresa.
Pero, ¿hasta dónde se puede crecer?
Los gigantes tecnológicos como Facebook, Google, Airbnb o Uber, empezaron como startups y escalaron tanto que se convirtieron en compañías unicornios. ¿Ya habías escuchado sobre este concepto? Por la connotación mitológica de la palabra, así se les denomina a las empresas que alcanzan un valor de mil millones de dólares en su etapa inicial. Es decir, tienen un crecimiento exponencial en un periodo muy corto de tiempo.
En una startup, lo fundamental, aparte de la escalabilidad y del crecimiento potencial de la empresa, es la ejecución que tenga el equipo emprendedor. Por lo tanto, el activo más importante de la compañía siempre será el equipo.
En nuestro próximo artículo vamos a hablar con mayor profundidad acerca de las startups, y sobre cómo los emprendedores se unen en equipos complementarios para poder generar competencias a nivel regional y crecer.
¡Da igual si sos un autoempleado o emprendedor ya que ambos requieren el mismo esfuerzo y conocimiento para el éxito! Adelante.